Ayer en el supermercado frente a mí en la línea para pagar conocí a Lupita. Lupita trabajadora doméstica indígena, no tiene ningún dedo en la mano derecha. Hice conversación con ella ayudándole a cargar las bolsas de sus compras hasta el estacionamiento donde la esperaba su «patrona». Lupita nació en Ixmiquilpan, Hidalgo. Sólo tiene autorización de ir a ver a su familia cada quince días en su domingo libre y así llevarle un poco de dinero a sus papás. Lupita tiene veinte años y perdió sus dedos a los dos años por la mordida de un perro. Toda esta información la obtuve en una breve charla con ella camino al estacionamiento donde la «patrona», una mujer de clase media, joven, morena de pelo extra rubio teñido la esperaba sentada fumando dentro de un coche. Cuando llegamos Lupita y yo la mujer estaba molesta, le gritó que apenas tenían tiempo para llegar por los niños y que se diera prisa para subir las bolsas. Cuando Lupita se dio la espalda, la «patrona» me dio las gracias y concluyó -Estos pinches indios no sirven para nada!-. Yo le respondí, -Pues tú sin el tinte bien podrías ser su familiar-.

Esta actitud abusiva, racista, discriminatoria y ridícula es muy común en México y es una muestra además, del profundo individualismo en que vivimos sumergidos. Individualismo que se hace patente en las voces que en periodo electoral critican al 20% de gente que se interesa por asuntos políticos pues sabe de las repercusiones de no hacerlo: no cambiarán nuestra vida pero va a influir en ella. El mundo de los APÁTICOS clama NINGÚN POLÍTICO CAMBIARÁ NUESTRAS VIDAS, SEREMOS NOSOTROS MISMOS CON NUESTRAS BUENAS ACCIONES QUIENES DE VERDAD CAMBIAREMOS A MÉXICO. Yo les preguntaría a los APÁTICOS, ¿y qué están esperando entonces para hacerlo?, ¿por qué entonces tenemos a un México con 60,000,000 de pobres, cerros de asesinatos, la violencia más irracional que hayamos visto nunca, un racismo tan patético como el que acabo de describir y otros tantos pendientes? De ser cierta su premisa, ¿no les parece que han hecho un pésimo trabajo con todo y sus buenas intenciones?

Indudablemente no ejercitar nuestra capacidad empática, optar por el individualismo, la tenacidad con la que nos oponemos (o se oponen, yo sinceramente me excluyo) al trabajo en equipo nos hace creer que estamos muy lejanos al mundo de Lupita pero EN UN IMPERIO DEL INDIVIDUALISMO, TODOS SOMOS CANDIDATOS A TOPARNOS CON UN PEZ MÁS GORDO QUE NOSOTROS Y ENTONCES SABREMOS EL SIGNIFICADO DE ESTAR COMPLETAMENTE SOLOS.

 

Rafael Redondo

Twitter: @redondo_rafa