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  La vida es tránsito, nada permanece; lo único que permanece es el cambio y LAS ENSEÑANZAS. Nos damos cuenta que conforme pasan los años otra de las constantes es VOLVER AL ORIGEN: Buscamos «libertad» y nos alejamos de los grupos creyendo que seremos libres en la soledad, trotando mundo. Pasa el tiempo y descubrimos que vivir en ese tipo de libertad resulta desolador, que necesitamos de un grupo para satisfacer necesidades tan elementales como sentir que amamos y que nos aman; experimentamos la imperiosa necesidad de pertenecer y entonces, volvemos al origen. Optamos por hacer explotar nuestra capacidad y habilidades sexuales con quien sea y donde sea. Hacemos proselitismo sobre una sexualidad humana que no se restringe a una sola persona porque la sexualidad es un instinto animal. Pero cuando nuestro instinto trae consigo también el deseo de reproducción, nos damos cuenta que proteger a nuestros hijos implica también construir un nido (ojalá la gente se diera cuenta de éste asunto a tiempo y no haciera pasar a sus hijos por viajes verdaderamente desagradables por la inestabilidad psico-sexual de los padres; desafortunadamente sucede poco) y que una sexualidad dispersa es antítesis de la salud emocional de los críos. Si no me creen, imaginen lo que sentirían ustedes si en vez de conocer a un padre que se llama por ejemplo Luis tuvieran a digamos, diez de los amantes de su madre rondando por su cabeza preguntándose ¿quién de ellos es mi papá? O qué sentirían si a tu padre lo vieras cada vez que sus diez amantes, su trabajo, sus amigos y los partidos de futbol le dan el permiso para que tú al menos lo conozcas. De niños estamos hambrientos de seguridad así que si somos padres conscientes, volvemos al origen. Caemos en la trampa de que la tecnología nos hará súper hombres extendiendo nuestras frustrantes y limitadas habilidades humanas. El fenómenos se acentúa durante la revolución industrial y florece en el siglo XX donde en nuestro imaginario rondan los extraterrestres con tecnologías superiores a la nuestra, merodean los «robotes» y en el cine y la literatura es decir, las máquinas se adueñan del mundo. El ejemplo reciente es la falacia que nos vende la tecnología de la información: Conoceremos todo, nuestra sabiduría será infinita gracias a Google y seremos omnipresentes y hasta poseeremos múltiples personalidades gracias al fenómeno avatar; nos conocerá más gente, tendremos más amigos, más amores, más amantes. Análisis recientes sobre el fenómeno internet demuestran que al cabo de un viaje por el universo de la información, las personas terminan buscando su tribu, informándose sobre lo que les resulta útil, coincidiendo con gente similar, buscando espacios en los que nuestra presencia realmente impacte en el entorno y/o en las personas. Ni somos capaces de saberlo todo y menos de atender a los 4000 amigos en Facebook. Los amigos de verdad están en tus cumpleaños, en tus momentos más negros o en tus tardes aburridas. Volvemos al origen buscando las charlas de café o el abrazo de alguien real. Buscamos miles de romances sedientos por la persona más hermosa (¿se han dado cuenta que la persona más hermosa que ambicionamos, nunca llega? No llega porque nuestra ansiedad nos lleva a buscar a la persona más… a la persona más… a la persona más… y en esa vorágine perdemos de vista a la persona que estábamos buscando) y reventamos la satisfacción biológica que es tan fugaz como la pirotecnia. Cuando descubrimos que el amor de pareja en realidad significa apoyo, aliento, complicidad, nuestro espejo donde podamos ver nuestros errores, una buena conversación, amistad, sueños en común es entonces que abandonamos los devaneos y ansiamos la monogamia. Volvemos al origen. Incluso la globalización termina siendo una falacia; no es lo mismo México que Canadá, ni es lo mismo Inglaterra que Turkía. Incluso no es lo mismo Nuevo León que Chiapas, ni es lo mismo Tabasco que Jalisco.
La exploración es un placer y perder ese placer sería penoso; pero, sería también ideal no confundir la exploración con fantasías de estados y mundos inexistentes. La propuesta es disfrutar cada descubrimiento durante ese proceso de exploración para no perder la dirección hacia los verdaderos placeres. Si estás extraviado en el camino la invitación es, BACK TO BASICS (volver a los esencial).